¿Y si compramos una casa rural entre las cinco familias? Una pregunta lanzada al aire, tras pasar unos días en la casa rural de un bucólico pueblecito, con eso, cinco famílias. Lo que para unos supuso un simple comentario sin sentido y para otros una idea acertadísima, a mí me hizo recordar una de las tendencias de las que más se habla últimamente, el “crowdfunding”.
Es decir, aunar los esfuerzos económicos de un colectivo con un objetivo común, para lograr lo que de manera individual sería irrealizable. Una financiación colectiva, propiciada a mi entender, por tres factores clave:
- La dificultad actual para acceder al crédito
- La difícil situación laboral que hace incrementar el número de proyectos emprendedores
- El acceso a las nuevas tecnologías
Un fenómeno en auge desde que Kickstarter vio la luz en 2009, y donde es posible co-financiar proyectos de toda índole, categorizados por temáticas, con un vídeo explicativo de la idea y la financiación deseada para que dicho proyecto se convierta en realidad. Proyectos vinculados al mundo de la moda, el arte, la tecnología (por cierto, los que mejor aceptación tienen), el teatro o la música. Quizás, uno de los proyectos más notorios ha sido el del reloj Pebble, un proyecto que aspiraba conseguir 100.000$, y a día de hoy ha superado los 10 millones de $ gracias a más de 68.000 futuros usuarios. Un proyecto que no ha quedado al margen de la polémica, al retrasarse su fecha prevista de lanzamiento y, por lo tanto, tener a casi 69.000 personas esperando recibir el ansiado reloj.
A raíz de esta tendencia, nacieron proyectos en España con el mismo ADN, Goteo, Partizipa (inversiones),Fandyu, Comproyecto ( servicios para emprendedores), Vorticex (ciencia) Lanzanos o Verkami (creadores). En esta última, me ha llamado la atención la búsqueda de financiación de un proyecto audiovisual, protagonizado por la actriz Miren Ibarguren (de la serie “Aída”), y donde detallan el propósito del mismo, las diferentes partidas de gastos a las que tienen que hacer frente, el presupuesto alcanzado hasta la fecha, etc.
Las ventajas son evidentes, mediante la financiación de muchos, aún con partidas económicas pequeñas, puede suponer mucho más que la elevada financiación de unos pocos (generalmente los socios). Aunque todo modelo conlleva también ciertos riesgos, como la mayor facilidad para que el proyecto sea copiado o la posibilidad de no cumplir con las expectativas de los varios miles de “mecenas”, “patrocinadores” o “backers” ( cada plataforma lo llama de una manera) que confiaron en el proyecto. Respecto a lo primero, me remito a aquello de “Una buena idea con una mala ejecución no vale nada”.
Aunque…y si… ¿después de leer todo este artículo, donde nos centramos en el origen norteamericano de la idea y hablamos de un término anglosajón como “crowdfunding”, te digo que este concepto realmente lo originó Extremoduro allá en el año 87, cuando éstos pretendían sufragar los costes que les ocasionaría su primer disco mediante la financiación colectiva? Sorprendente, ¿verdad?